viernes, 14 de febrero de 2014

Cultura al borde del abismo

El Confidencial.com, 13 de febrero del 2014:

El estudio de la Fundación Alternativas, realizado por el catedrático de comunicación audiovisual Enrique Bustamante, concluye que el deterioro de las políticas públicas culturales en España –desde las subvenciones, el tratamiento fiscal, la cooperación exterior y la falta de impulso del mecenazgo- “lleva a la cultura española al borde del abismo”.

El estudio pide un consenso entre la cultura y la política para desarrollar un plan estratégico cultural que garantice la viabilidad de una hoja de ruta al margen de las legislaturas. Es decir, despolitizar las inversiones y las ayudas a la cultura, a través de un departamento autónomo al Ministerio que realice las labores de asesoramiento. En estos momentos, el plan estratégico con el que se cuenta incumple con estas dos premisas: ha sido desarrollado por el equipo de la Secretaria de Estado de Cultura, con una planificación que se agota en esta legislatura.

Es necesario crear un catálogo de buenas prácticas para proteger a la creación “de toda tentación dirigista estatal”. Bustamante ha observado, al comparar las políticas culturales de los últimos años en este país con las que se implantan en el extranjero, que el cambio drástico de modelo “va más allá de la crisis económica”. Se refiere al trasfondo ideológico de las medidas ejecutadas y su queja se dirige a la “banalización de la cultura”, reducida a una perspectiva económica.

Crisis de valores
Las cuatro fuentes financieras de la cultura española son el dinero público, el tratamiento fiscal estatal (impuestos o deducciones), las tasas y obligaciones parafiscales para subvenciones y el mecenazgo. “El secreto para sembrar la diversidad cultural y fortalecer el tejido industrial cultural” está en el tratamiento y cuidado de estos cuatro modelos de aportación. Pero la confusión que se ha levantado entre dos modelos distintos, políticas culturales y políticas industriales sobre la cultura, ha hecho desaparecer las primeras a favor de las segundas.  

La crisis económica golpea “dramáticamente” a la cultura, porque se castiga el consumo, pero también porque “la subida brutal del IVA tiende a maximizar esos efectos”. Sin embargo, el deterioro viene de lejos, dos décadas atrás. Lo más grave, señala el investigador, no son los efectos sociales y económicos inmediatos, sino “la crisis de valores que bloquea las alternativas a esta situación”.

Lo que ha quedado en entredicho es el concepto de cultura como “base insoslayable de una sociedad democrática” y, en consecuencia, “la legitimidad y necesidad de políticas públicas para su sostén”. Los recortes en los Presupuestos Generales de los últimos tres años sobre Cultura son el ejemplo perfecto del escenario dibujado por Enrique Bustamante.

Neoliberalismo contra socialdemocracia
El estudio denuncia la reducción de la cultura a parámetros económicos a cambio del debilitamiento de la concepción de la cultura como derecho. Es la lucha entre dos planteamientos irreconciliables: neoliberalismo contra socialdemocracia. “Hermana pobre del Estado de Bienestar, frente a la sanidad, la educación o la jubilación, esta crisis de las ideas no podía dejar de vapulear a las políticas públicas culturales por encina de la de los demás sectores afectados (sanidad, educación)”. La justificación del derrumbe se ha consolidado con la alteración del sentido cultural por el “entretenimiento y el ocio”. Esto no merece tanta ayuda pública como aquello.

El experto denuncia que incluso la Constitución se ha visto afectada y traicionada por estas políticas de los últimos años. Concretamente, el artículo 44.1, que proclama que “los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho”. “Resultaría difícil acudir con esta demanda al Tribunal Constitucional”.

El informe asegura que los elementos vitales han fallado en España en los últimos años. No hay complementariedad ni coordinación entre las fuentes de financiación, no hay subordinación al interés general, no hay voluntad política, ni regulación firme de los organismos ni de las herramientas que garanticen la autonomía creativa y estética del compromiso social de la cultura.

Propuestas de salvamento
Así es como el apoyo, el reconocimiento y la conciencia de la cultura se ha desmoronado en este país. No han ayudado en nada “las promesas de nuevos modelos centrados en el mecenazgo privado que no llegan nunca a materializarse”. En estas, las políticas del Presidente del Gobierno y su equipo, dice Bustamante, se debaten entre “el deseo de dar la primacía al gran mercado y el afán recaudatorio”.

Las principales propuestas para rectificar el camino son las siguientes: Defensa firme de la excepción cultural por el Estado español, en las negociaciones del tratado de Libre Comercio Trasatlántico; IVA cultural mínimo, es decir, una reclamación a la Unión Europea (UE) de anulación del impuesto al sector como reconocimiento a su legitimidad social, y mientras tanto una reducción al 4 o 5%; IVA cultural digital para la comercialización de las expresiones culturales en redes sociales como única vía para competir con los gigantes estadounidenses; promoción del mecenazgo social, es decir, desgravaciones para las donaciones, con prioridad del microfunding; creación de un auténtico Consejo audiovisual estatal, pensado para fomentar la diversidad y el pluralismo.

La conclusión es que, si bien todas las fuentes de financiación son aceptables para garantizar la viabilidad de la cultura, “las políticas públicas son las únicas garantes de su plegamiento al interés general y de su integración en la sociedad civil”. Más allá del mero consumo.

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